Me gusta viajar a casi cualquier lugar, pero las ciudades suelen ser mis favoritas y siempre les encuentro algo de especial. Platicaba con una amiga que acaba de estar en Roma y me contaba que si bien le gusta la Ciudad de México, nunca se enamoró de ella, en cambió con Roma cayó rendida. Eso me hizo pensar en las ciudades en las que he estado y que han hecho que me enamore de ellas.
1. Ciudad de México
Es mi ciudad, es la Gotham de mi Batman, es Heimat, y cómo podría no amarla a pesar de todo lo caótica que es. Vaya, que estamos en una relación comprometida, pero abierta.
La ciudad lo tiene absolutamente todo, mencionen cualquier cosa y seguro está. ¿Un castillo y un bosque? Ahí está Chapultepec. ¿Un río? Xochimilco. ¿Pirámides? Hay, al menos, tres zonas dentro de la ciudad. ¿Palacios? Se le conoce como la ciudad de los palacios. ¿Pagodas? Que yo sepa hay como tres. Lo único que no hay son playas y desiertos, porque ya sería mucho.
Las posibilidades de la ciudad son infinitas y es todo un mundo. Un mundo surrealista, como bien dijo Dalí. Uno que abusa del uso de la ch.
Lo cierto es que para amar la ciudad hay que conocerla y ahí está el chiste, porque la ciudad no es siempre la más amigable, ni la más sencilla. El metro debería de considerarse una prueba de supervivencia estilo Los juegos del hambre y a veces pasar de una zona segura a una conflictiva puede tomar sólo un cruce de calles, por lo que es difícil darse cuenta.
Pero soy de la opinión de que vivir en la ciudad te prepara para cualquier otra ciudad del mundo y si uno ha sobrevivido a Tepito, a Hidalgo en 28 de octubre y a la Villa en 11 de diciembre puede enfrentarse a casi todo... menos a Ecatepec, obvio.