De las tres series nuevas que vi (The Following, Bates Motel y Hannibal), Hannibal fue la que sin dudas más me gustó.
Hannibal es la precuela de El silencio de los inocentes, es una adaptación muy libre (por lo que he escuchado) de Red Dragon. Cuenta la historia de Hannbial Lecter, un prestigiado psiquiatra, con algunas obsesiones culinarias, que ayuda al FBI vigilando que uno de sus colaboradores, Will Graham, no llegue al punto de quiebre y se vuelva loco.
Will Graham es nuestro otro protagonista, es una persona que es sumamente empática, por lo que puede entender a los asesinos, sus motivaciones y reconstruir la escena del crimen. Pero esa empatía es más una maldición que otra cosa, porque gracias a ella empieza a confundir lo que es real con lo que no y llega un punto en el que no sabe si el asesino es alguien más o es él mismo.
Si bien la serie resuelve un caso por capítulo, lo típico en las series policiacas, lo importante no son los casos, lo importante es la forma en la que se desarrolla la relación entre Hannibal y Will. Los casos son más bien accesorios y dan el escenario para que ellos dos se desenvuelvan.